
Te invito a que te pares frente a un espejo y repitas tu nombre. Di una palabra que siempre tienes presente u otra en la que no te detienes a pensar.
Salir por la puerta que hasta ahora te protege y encontrarte con un mundo hostil, pero vigorizante. Acelerar tus aprendizajes gracias a las contradicciones de la vida, mediante caídas, vergüenzas, e incluso los encuentros con esos nefastos personajes, que irónicamente, se transformarán en tus maestros.
Columnas 28/08/2022Hace poco fui a tocar con un trío de ocasión a una escuela de música. A eso de las 20 hrs de un sábado cualquiera, tomaba mis cosas y partía al encuentro de lo desconocido, el más elemental y seductor de los ingredientes del jazz.
Al llegar a la casa de estudios, noté rápidamente un espíritu colaborativo y acogedor. Cargar mis equipos, ordenar el escenario, conseguir cinta adhesiva y algo para comer, fueron tareas simples con tantas manos que ayudaban. Era de esperar que la música resultara contundente y sentida. Y así fue.
Luego de nuestra presentación, recibida con atención y entusiasmo, llegó el turno de los estudiantes. Su energía y pasión, a la vez que imperfección e inmadurez (por cierto, nada de lo que yo carezca del todo) acusaban lo incipiente de sus caminos. Me hicieron recordar que el jazz es un arte desproporcionado. Rápido llega el desengaño. Lenta, la conquista.
A la vez que se sucedían ensambles e improvisaciones, lo hacían también vítores y felicitaciones entre compañeres. El ambiente solidario que me recibió, acariciaba ahora a los nóveles artistas. Evidentemente, aquella calidez sólo podía ser beneficiosa. Innegablemente, el mejor ambiente para un aspirante a artista era este, el de la aceptación, ¿o no?
Mi fiestecilla ética acabó al aparecer mi ego cuestionador, inquisidor, también el envidioso, que asertivamente preguntó: ¿Puede el amor ser excesivo?, ¿Es el optimismo la única forma de manifestar apoyo?
Las respuestas son fáciles: si y no, en ese orden.
Por esos mismos días, figuraba yo en otra institución de estudios superiores. Esta vez, tomando exámenes a veinteañeros intérpretes de jazz.
El ánimo que se prestaron unos a otros, esta vez sí que fue vehemente. Gritos, aplausos y garabatos a viva voz salían despedidos de inflamadas bocas, que entre nerviosas y querendonas, buscaban confortar a los bateristas, guitarristas, pianistas, bajistas y saxofonistas que enfrentaban sus rendiciones.
“¡Maravilloso!” pensé, ”¡Las nuevas generaciones han abandonado el individualismo!¡Al fin dejamos atrás el paradigma hipercompetitivo, las personas se están ayudando de buena fe!”.
Inspirado, puse buenas notas. Pero luego, camino a casa, se volvió a cortar la leche de mi esperancilla. Intensamente cuestioné:
¿Qué ocurre cuándo nuestros amigos nos dicen: ¡tocaste la raja!, y en verdad no tocamos tan bien?, ¿Y si el profe a cargo del exámen te puso buena nota, pero realmente un cinquito era lo más ajustado a la realidad?, ¿Es la verdad, aunque subjetiva , reemplazable por una felicitación?, ¿Tiene límites la motivación?
Difícil dar cabida, en estas conversaciones en torno al arte y lo creativo, a conceptos como “verdad”, “calidad”, “bueno y malo”, “realidad”, pero tratemos de avanzar.
[email protected] lector, lectora, piensa en esas épocas o situaciones de tu vida en las que más aprendiste, en lo personal y laboral, en tus relaciones y proyectos.
Cuando creciste a pasos agigantados, ¿fue cuando todos te apoyaron? ¿Cuándo corría un agradable viento a favor? ¿o cuándo tuviste que superar críticas y codazos, cuándo todo estuvo en tu contra, y sin saber que lo tenías, sacaste un espíritu decidido, inteligente, incluso competitivo?
Déjame adivinar, aprendiste más del fracaso, cierto? o al menos de la dificultad. Quizá no baste entonces con un ambiente amigable, o que las tareas musicales sean lo difícil, eso es demasiado fácil.
Todo lo anterior me lleva a la siguiente reflexión:
“Una razonable dosis de malos escenarios, de pagos injustos, de públicos indiferentes y producciones “fuleras”, son los mejores desafíos para les chiquilles de la Escuela Superior de Jazz y Projazz”.
Esto no significa buscar el maltrato, boicotearse, abandonar espacios nutritivos o descartar los amores de nuestros colegas. Hay límites, siempre. ¡Nunca te dejes humillar, nadie ha de violentarte gratuitamente! ¡Párate firme y defiende tu integridad!
De lo que hablo es de otra cosa, es de salir por la puerta que hasta ahora te protege y encontrarte con un mundo hostil, pero vigorizante. Acelerar tus aprendizajes gracias a las contradicciones de la vida, mediante caídas, vergüenzas, e incluso los encuentros con esos nefastos personajes, que irónicamente, se transformarán en tus maestros.
Yo mismo lo puedo confirmar: nada me hizo aprender más de amplificadores, que los malos amplificadores con los que toqué. Nada me hizo valorar más mi música, que esa vez que no me escucharon en el Parque Arauco, sencillamente inolvidable.
Condensando estas ideas, surge el más improbable decálogo para animar a un futuro artista musical:
Un escenario con una tabla enclenque te dará balance.
Un micrófono en mal estado te enseñará a sacar la voz.
Un colega conflictivo te volverá maestro en el ajedrez humano.
Un país sordo te convertirá en conquistador de oídos.
Un taxista malhumorado te hará optimizar las cargas que llevas.
Un mal trato económico te mostrará con claridad lo que vales.
Un parlante pesado que cargar fortalecerá tus brazos y manos.
Una tocata demasiado tarde sacará tu valentía y resolución.
Un ambiente envidioso resaltará tu humildad.
Un local de mierda confirmará tu ética.
Y lo lindo es que a esto podemos sumarle…
Una comunidad cariñosa te hará quererte.
Un corazón contento sacará tu mejor música.
Un amigo verdadero te hará estudiar mejor.
Una audiencia atenta te comprometerá con el momento…
Y así, podríamos sumar todas las infinitas luces que los humanos sabemos encender.
La apuesta no es por uno u otro, no es ayuda versus obstáculo. Es complementar el cariño que recibes, con el necesario bálsamo de realidad. Cargarte de amor para salir al mundo a defenderlo. Consagrarte a tu instrumento para combatir el sinsentido con belleza.
La tocata llegó a su fin. Me quedé conversando brevemente con el muchacho que me ayudó a llevar mis cosas al auto. No sé si le dije esto, o si es lo que hubiese querido decirle, pero aquí va:
“Qué lindo el ambiente que tienen acá, no lo pierdan, cuídenlo. Pero no olviden salir de la burbuja. Sé que el mundo está denso, pero es el que tenemos, y es su responsabilidad mejorarlo. Arriésguense, agarren “calle”. Así, sus procesos creativos cobrarán más sentido, más fuerza, más vida!
La tarea que tienen en tanto músicos está compuesta de lo mejor y lo peor que tenemos como seres humanos, así que aprendan a esculpir con luces y con sombras. Y sobre todo, confíen, sepan que el arte está de su lado”.
Con cariño para todos, todas y todes quienes buscan su camino en la música, el arte y la vida.
Domingo, 28 de Agosto 2022
Raimundo Santander es Guitarrista y compositor ligado a los mundos del jazz y el folklore, ha construido una fructífera carrera discográfica y sobre los escenarios. En su última placa, “Rai Santander y Los CTM”, desafía los límites del formato guitarra-contrabajo-batería.
Dirige La Orquesta del Viento, proyecto interdisciplinario que suma el arte visual de la artista Sol Díaz. Co-lidera el dúo Peregrinos, junto a Rodrigo Recabarren, baterista chileno radicado en Nueva York. Colabora permanente en la escena del jazz chileno con artistas como Ana Tijoux, Cómo Asesinar a Felipes, Nano Stern, entre otros. Lleva adelante el podcast “Guitarra al Pecho”, el blog “Los Escritos de Rai” y una ininterrumpida labor de más de 20 años como profesor.
Te invito a que te pares frente a un espejo y repitas tu nombre. Di una palabra que siempre tienes presente u otra en la que no te detienes a pensar.
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