Álvaro Gómez, fundador de The Jazz Corner: “Hay un caudal bien potente de gente con ganas de desarrollarse en esta música”

El gestor del local obligado del jazz en Barrio Italia nos cuenta sobre el comienzo del proyecto que inició junto a Cristián Cuturrufo, su posterior muerte durante la pandemia, el incendió en medio de la reactivación y sus planes a futuro como un espacio para la música.

Entrevistas 21/09/2022 Editor Furia Jazz Editor Furia Jazz

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           Pasar durante la noche por la esquina de Italia con Santa Isabel tiene su propia banda sonora. Voltear la mirada hacia el local ubicado en la vereda sur poniente es inevitable para los oídos abiertos. The Jazz Corner, destaca por su iluminación y por la música que amplifica desde el escenario. Hace casi diez años el legendario trompetista Cristián Cuturrufo junto a su socio Álvaro Gómez comenzaron un proyecto que ahora es una referencia para otros espacios que difunden el género. 

Aquí han pasado figuras extraordinarias como Esperanza Spalding, Frank Gambale, Chano Dominguez, incluso Wynton Marsalis, además de numerosos exponentes del jazz nacional. En esta conversación, el actual administrador del lugar relata su historia, anécdotas y proyecciones para este bar que se define desde el jazz.

¿Cómo te comenzaste a vincular con la música y luego con el jazz?


En mi familia había bastante afinidad con la música. Mi padre era fanático del tango, del jazz  y de la ópera. Había una colección de vinilos y ahí empecé a escuchar esta música. Cuando estaba en el colegio emerge la figura de Miles Davis y músicos de la movida del jazz rock, encontré que esa era la fusión perfecta. En los años setenta no teníamos mucho acceso a esa música, no era fácil conseguirla y la comencé a escuchar en la biblioteca del Instituto Chileno Norteamericano de Cultura. Después estudié Ciencias Políticas y en el ejercicio de mi profesión me fui a vivir al norte pero seguí vinculado mucho al club de jazz que estaba en Macul. Ahí surgió la amistad con varios de los músicos de ese entonces, estaban viniendo algunos a tocar a la capital como era el caso de Cristián Cuturrufo. Me surgió la necesidad de compartir mi música, me contacté con emisoras de Iquique y estuve diez años haciendo radio durante los noventa. Hacía una curatoría con el jazz porque llevaba músicos de Santiago a tocar allá. 


El 2013 abre The Jazz Corner ¿Cómo nace la idea de crear este espacio? 


Con Cristián teníamos el sueño de que en algún momento pudiéramos tener nuestro propio club de jazz. Yo venía semanalmente a Santiago y me iba a los lugares donde estaba tocando Cutu que en ese tiempo era usualmente en El Perseguidor. En 2012 salimos con él a buscar en el sector de Manuel Montt un local que pudiéramos arrendar e instalarnos. Había un amigo que estaba entregando un local y fuimos muy entusiasmados porque el tipo estaba cerrando el local. Era el Cabo Frío,  Cutu a veces tocaba ahí, era un espacio bien grande y lo encontramos espectacular. Con todo el metraje que tenía lo compró una inmobiliaria junto con la propiedad de al lado para construir una torre de no sé cuantos pisos. Ahí ya teníamos la idea instalada de sacar adelante el proyecto y decidí en términos profesionales dedicarme a esto.


Te habías vinculado desde la gestión y como oyente, como un apoyo a los músicos. 


Sí, más pasivo, para generar un espacio. Yo tenía un cargo de responsabilidad política, era Seremi de Transportes en la primera región y en marzo de 2013 presenté mi renuncia. 48 horas después, un amigo que se dedicaba al corretaje de propiedades me llama para decirme que encontró un local en la esquina de la intersección de Avenida Italia con Santa Isabel. Cuando venía a firmar estaba leyendo a Murakami y él tiene la particularidad de haber tenido un club de jazz. Es un gran conocedor de la música y enumeraba la cantidad de personajes que emprendieron entre los cincuenta y siete y los setenta. Esa era mi edad en ese momento.


"...Por ejemplo, Dostoyevski escribió sus dos novelas largas más significativas, Los demonios y Los hermanos Karamázov, en los últimos años de los sesenta que vivió. Domenico Scarlatti compuso a lo largo de su vida quinientas cincuenta y cinco sonatas para clavicémbalo, pero escribió la mayoría de ellas entre los cincuenta y siete y los sesenta y dos años".


De qué hablo cuando hablo de correr, Haruki Murakami (2007)



Le pido al Cutu que le vaya a echar un vistazo. “El local es un poquito pequeño pero cabemos bien”, me dijo. Me vine y concretamos la compra del derecho de llaves de este local. Yo tenía elaborado un proyecto, sabía la parte financiera y cuánto era la inversión inicial. Armé una sociedad con el Cutu, partimos remodelando el local en marzo y lo inauguramos un 26 de mayo del año 2013. Parecía medio tocado por una varita mágica porque como a las dos semanas después aparece Esperanza Spalding en Santiago. Cristián era amigo del pianista que la acompañaba y quería venir a conocer el club. Terminada la sesión en Nescafé de las Artes se vino para acá y fue un desborde de gente, como una fiesta. Había personas sentadas arriba de la barra.


¿Que ocurría en la escena en ese momento?


Había desaparecido el Club de Jazz, también El Perseguidor y un local que estaba en el Patio Bellavista. Entonces esta música que cautiva tanto no tenía espacios donde la gente pudiera ir a escuchar. 


En ese entonces el barrio todavía no tenía la identidad que tiene hoy


Cuando nosotros nos instalamos esta calle tenía una actividad comercial dedicada a la reparación de motores, restauración de automóviles y talleres mecánicos. Entre medio de eso había unas tiendas de decoración y nosotros nos instalamos en esta esquina con una muy buena visibilidad. Hubo algunos locales que también quisieron incursionar en la música pero no han perseverado mucho y otros no han contado con los requisitos legales o las patentes para operar. Luego han emergido en el sector lugares como Tromba Pomodoro, además de algunos que funcionan de forma irregular porque me parece que no tienen los permisos. Aquí tengo un local que es muy pequeño y la verdad es que no somos capaces de absorber toda la demanda que tenemos. 


¿Cuál fue el enfoque para diferenciarse al comienzo? 


No fue necesario diferenciarnos, había una carencia de espacio para la música, entonces no es que nosotros vinimos a competir con alguien. Partimos un poco antes del Club de Jazz de Santiago que está en el Mall Plaza Egaña. Lo único que había en ese momento era el Thelonious, ellos tienen su espacio y nosotros sabíamos que había un público numeroso que también requería de otro lugar. Lo único que te podría decir es que cuando yo iba al club en Macul siempre decía, “si el día de mañana yo tengo un club de jazz me voy a preocupar que las sillas sean cómodas”. Hicimos primero una revisión de los espacio arquitectónicos del barrio, esta construcción data de 1912 según los planos que hemos rescatado y quisimos relucir eso. Dejamos al descubierto los pilares, hicimos un tratamiento a las madera y nos preocupamos de vitrificar el piso, tenemos siempre fotografías y pinturas, quisimos dar una escena que fuera la adecuada para los músicos y para el público.


Entonces el proceso para que llegaran nuevos públicos fue más o menos fluido.


Sí, tenían hambre por escuchar, por tener otro espacio donde escuchar música que fuera un lugar confortable y cómodo, un lugar seguro. Al año aquí pasan alrededor de 800 músicos que tocan acá, todos pagados, aquí nadie toca gratis. Son remunerados por lo que hacen y por compartir su arte. Vamos tratando de acomodar la parrilla cada mes, tratando de darle la oportunidad a generaciones jóvenes que están empujando bastante y los tenemos que compatibilizar con Agustín Moya, Carlos Cortés o Christian Gálvez, con los más experimentados.


¿Cómo van tomando esas decisiones curatoriales?


Lo vamos viendo con el mini comité que tenemos acá en el local y vamos evaluando la programación para los próximos meses de a quienes queremos invitar a tocar. Siempre definimos como generar un espacio no solamente para el jazz, sino que también blues, fusión y bossa nova. Recuerdo haber ido al Festival de Jazz de Montreux en Suiza y te podías encontrar allá con música pop pero de muy buen nivel o vinculada al jazz. Al contrario de lo que algunos establecen acá en Santiago de que hay que neoyorquizar el jazz. Tomando eso como referencia, si hay una música que puede ser bien hecha, bienvenida. Entonces invitamos a grandes ejecutantes que tenemos en el blues también y definimos el día jueves para ese tipo de música y nos ha funcionado. De hecho tengo clientes que vienen solamente los jueves. 


Hacia los primeros cinco años la propuesta ya estaba más consolidada y el barrio ya se perfilaba diferente en la ciudad. En ese momento Cuturrufo deja de ser socio ¿cómo continúa el trabajo del local?


Cristián quería desarrollar otros proyectos personales y de carácter familiar. Nosotros teníamos establecido que quien se retirara le otorgaba la primera prioridad al que se quedaba para venderle su parte. Yo le compré la parte a Cristián y seguí solo, manteniendo siempre la misma modalidad, el mismo estilo del local, la misma propuesta musical. En eso no variamos. Él siguió vinculado con The Jazz Corner y siempre me decía, “Álvaro, programame todas las veces que sea necesario”. Mucha gente no se enteró que él se había salido de la sociedad porque era una cosa privada entre nosotros. No fue porque hubiéramos peleado y eso fue lo más importante. El siempre me decía, “mi socio y amigo”.


Luego viene la pandemia y a fines de 2020 el incendio. Además de la muerte de Cuturrufo que fue un golpe que afectó a todo el sector cultural ¿Cómo fue ese momento para el local?


Ha sido de las experiencias más fuertes que nos ha tocado, también en lo personal y aún más teniendo el local. Poco antes que él falleciera hizo una gira a Egipto y cuando volvió a Chile vino en febrero. Como no podíamos ocupar el local tocamos afuera en la terraza. Fue una época dura, con las restricciones estuvimos cerrados de marzo hasta octubre. Acá no se despidió a nadie del personal estable, intentamos hacer delivery pero no era nuestro fuerte. Había que estar pagando gastos fijos, las cotizaciones previsionales a los trabajadores y el arriendo del local. Volvimos en noviembre y parte del mes siguiente. El 27 de diciembre del 2020 nos azota un incendio que significó estar parado un mes porque tuvimos que reconstruir todo el segundo piso, todo el techo.


¿Cómo ocurrió el incendio?¿De qué manera vuelve a ponerse de pie The Jazz Corner?


Durante las restricciones de fin de semana el termostato de un equipo de frío dejó de funcionar, lo corto y el motor trabajó hasta que se fundió.  Se empezaron a quemar los cables y pasadas las horas el fuego subió al segundo piso. El fuego llegó ahí por los ductos de unos extractores antiguos. Afortunadamente un vecino que iba pasando advirtió esto y avisó a los bomberos. Pudimos rescatar el mobiliario pero lo más afectado fue el sector de la barra, el segundo piso y el techo. Veníamos de haber estado sin ingresos por la pandemia, me acuerdo que me puse de acuerdo con un contratista que está muy ligado al local y al lunes siguiente nos juntamos para comprar materiales. Rescato la solidaridad que tuvieron personas anónimas que se enteraron de lo que nos había ocurrido y nos hicieron aportes económicos tremendamente significativos. Incluso de proveedores que nunca han venido al local. La restauración fue autogestionada, había mano de obra de cada uno de los garzones, de la gente de la cocina. Esas cosas fueron revitalizadoras.


Eso fue a fines del 2020, empezaste rápidamente a hacer todos los cambios ¿Cuándo pudieron abrir de nuevo?


En febrero de 2021 ya estábamos de vuelta, recuperamos el local, lo actualizamos, fue como una renovación para de nuevo partir con lo que nosotros veníamos haciendo. Nos hemos nutrido mucho de la generación de músicos jóvenes que vienen ahora, algunos los veíamos que andaban en plena pandemia tocando a la gorra en la calle y les decíamos que cuando volviéramos tenían que venir a tocar.


Y ahora el próximo año cumplen diez años, ya no es el mismo Santiago de 2013, hay otros espacios para tocar ¿Cómo The Jazz Corner plantea su propuesta ahora?


Queremos hacer una celebración, tenemos un plan y hemos estado trabajando en eso para encontrar una locación y hacer algo como cuando cumplimos 5 años que hicimos una celebración en el Teatro Oriente. Yo creo que ahora amerita que en estos diez años celebremos con la gente con la cual hemos trabajado, con los músicos, los equipos que han formado parte del The Jazz Corner. Nuestra propuesta también está en incorporar a las nuevas generaciones. Hay un caudal bien potente de gente con ganas de desarrollarse en esta música. Son personas muy talentosas que ameritan y requieren de este espacio. Queremos ser una oportunidad para que otros chicos y chicas se puedan catapultar desde acá.

Este domingo se presentará en The Jazz Corner el proyecto Paralelismo Continuo con Clara Racz en el piano, Nelson Vera en Contrabajo y Sebastián Taylor en batería.

Paralelismo Continuo
The Jazz Corner
Santa Isabel 0451, Providencia
Domingo, 25 de septiembre
21 hrs
$4.000
Reservas en www.thejazzcorner.cl


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