Té de Melissa: crónica de un concierto
Recientemente nominada a un Grammy, la saxofonista Melissa Aldana se presentó el pasado 3 de noviembre en Santiago. Este es un registro de ese día desde las galerías del Teatro Nescafé de las Artes.
Crónicas 23/11/2022 Darío FernándezToronjil / Melisa / Toronjil pa’la pena:
por sus propiedades estimulantes, estomacales, aromáticas, carminativas y antiespasmódicas, las hojas, flores y tallos de melisa son ampliamente usados en medicina popular para tratar estados depresivos y nerviosos, insomnio, dolor de cabeza, trastornos de la menopausia y afecciones cardíacas
Llego temprano a Santiago. Tomo mi asiento en el teatro. Me duele la cabeza. La penumbra, el cansancio del viaje y el trabajo me adormecen. Me entretengo mirando caras: hay gente de todas las edades, algunos rostros conocidos de la escena joven del jazz: el trompetista Juanpi Salvo, autor del álbum “Chincol” en 2020; el flautista Nico Navarrete, primer músico que reseñé este año, con su disco “Evocaciones”. También personas mayores. El auditorio se va llenando en un variopinto cruce generacional, y el zumbido de las voces me hace cabecear. Un saxofón me despierta. Suena brevemente desde algún lugar. Es Melissa Aldana probando notas tras bambalinas. El público ovaciona el accidente, delatando su ansiedad.
La entrada a escena del cuarteto prolonga los aplausos con la energía de un espectáculo recién acabado. Melissa se detiene frente al micrófono. La ovación aumenta su volumen. Ella mueve los brazos en señal de agradecimiento. Espera para hablar, pero la audiencia no se lo permite: pareciera buscar otra cosa, agradecer de antemano. Melissa aguanta un minuto más, asiente en silencio con la cabeza, sonríe. El ruido se desvanece, y Melissa emite su primera palabra al micrófono: “¡Guau…!”.
Prosigue contando que ha sido un viaje largo, que hace un par de días estaba tocando en Tasmania. Explica el concepto que titula al disco, la importancia numerológica del 12, habla un poco de ella, pero más de los músicos que la acompañan y sobre todo de su disco.
“Mi número es el 12”, declara la saxofonista al micrófono. “Mi vida a los 12 años; 12 años radicada en New York; 12 estrellas de la corona de la Emperatriz en el Tarot; 12 como símbolo de un ciclo que termina y da inicio a otro”. “12 Stars”: un álbum grabado después del estallido social en Chile, en plena pandemia, con una ruptura amorosa de por medio. La pregunta por la unidad de la artista y su obra se nos devuelve como un boomerang: Melissa Aldana y su música son una sola cosa, única e indivisible.
El concierto arranca con “Intuition”. Kush Abadey en batería y Lage Lund en guitarra, redoblan un ritmo de marcha militar, cuya seriedad se funde con el contrabajo de Pablo Menares y la sutileza de Melissa en el saxo tenor.
Lo sigue “Falling”, que la compositora presenta como “Cayendo”: “Suena raro en español…”, comenta. Las palabras improvisadas de la artista denotan un espíritu que nos envuelve: la historia de Melissa, su identidad compartida entre Estados Unidos y Chile, se asoman detrás de cada composición y ella nos la cuenta como quien charla con amigues en un bar.
Llega el momento de escuchar “Emilia”, y el tono narrativo de su música se torna leyenda: la compositora nos habla de una niña que se le apareció en sueños, se llamaba Emilia y era su hija. En uno de los sueños le cantó una melodía, y despertó recordándola. Somos testigos de esa experiencia onírica: un piano reverberante, una guitarra arpegiada, y el saxo que sube y baja como meciendo esta historia materna.
Luego habla del estallido, de la repercusión que tuvo en la relación con su país de nacimiento: “Los ojos de Chile” nos devuelve a tierra. El inicio es brusco, el vértigo de la realidad se expresa en un ritmo acelerado, la modalización de notas atraviesa el tema.
El concierto repasa el disco completo: lo sigue “The Fool”, “The bluest eye” y culmina con “12 Stars”. Melissa habla entre cada tema, interactúa, comparte sus historias. Es la estudiante del Berklee College of Music en Boston; ganadora del Thelonious Monk Jazz Competition en 2013; nominada a un Grammy en 2020 y nuevamente este año, por mejor Solo de Jazz Improvisado; editada por el histórico sello Blue Note, el mismo por el que pasaron Thelonious Monk, Norah Jones, John Coltrane y Herbie Hancock, entre otros íconos del género.
Pero también es Melissa Aldana, una niña que debutó a los 9 años deslumbrando con su saxofón en Santiago; adaptándose a temprana edad a tocar en Estados Unidos, las tierras originarias del jazz; viviendo a distancia el acalorado clima político del estallido social en Chile y el enclaustramiento obligado de la pandemia en 2020; experimentando las crisis como ciclos y expresándolos en su música.
Acabado el concierto, la audiencia pide más. Melissa toca un último tema y se despide. Agradece una y otra vez a sus compañeros de banda, a la producción, al teatro y la audiencia. El público la despide con una ovación prolongada. Ella se retira, pero nadie se para del asiento. Agotamos hasta la última ilusión de que se arrepentirá y volverá. Pero no, el concierto ha llegado definitivamente a su fin. Tomamos nuestras cosas, avanzamos torpemente entre la masa para encontrar la salida.
Escucho en la calle a un tipo de unos cuarenta o cincuenta años hablando por teléfono: “¡Compadre, no sabí lo que acabo de escuchar, un concierto increíble…!”
Yo me doy cuenta de que hace rato perdí el sueño, pero estoy relajado. Valparaíso parece muy lejos, al igual que las preocupaciones y los permisos laborales y las tareas domésticas: escuchar en vivo a Melissa Aldana es entrar a una casa ajena y ser recibido con el cariño del huésped. Llegar de un largo viaje a otro hogar y que te ofrezcan algo para descansar, algo cálido y reponedor: un té de Melisa*, por ejemplo.
Melissa Aldana (Santiago, 1988), es una destacada saxofonista tenor, nacida en Chile y radicada en Estados Unidos. Autora de seis discos, el más reciente - “12 Stars” - fue editado por el histórico sello discográfico Blue Note. El año 2020 fue nominada al Grammy por Mejor Solo de Jazz Improvisado con su tema “Elsewhere”. El pasado 16 de noviembre, Melissa anunció haber sido nominada en la misma categoría, esta vez por su composición “Falling”, perteneciente al último álbum.
Darío Fernández Gajardo (1992), nació en Estocolmo, Suecia. Ha itinerado por diversas ciudades de la zona central y el sur de Chile, hasta instalarse en Valparaíso, donde actualmente vive. Es profesor de Lenguaje y estudió el Diplomado de Historia del Arte en la PUCV. En 2015, inició el programa radial “Palabras a Destiempo” (adestiemporadio.blogspot.com), dedicado a la investigación y difusión del jazz, la literatura y sus confluencias con las transformaciones políticas y sociales de los distintos territorios.