
Te invito a que te pares frente a un espejo y repitas tu nombre. Di una palabra que siempre tienes presente u otra en la que no te detienes a pensar.
Pareciera que a quiénes hacemos estas músicas “elevadas”, nos bastase con sólo tocar. ¿Acaso son irrelevantes la puesta en escena, el lenguaje corporal, las sonrisas, las alocuciones, saludar y despedirnos, y especialmente, emocionarnos? Creo, con equivalente honestidad y cariño, que lo estamos haciendo mal.
Columnas 17/07/2022Carta para mis [email protected] y colegas.
Me cuesta escuchar jazz en vivo. Me aburro, lo encuentro monótono, siento estar frente a un grupo de personas jugando un juego hermético, cuyas reglas permanecen inaccesibles para el resto.
Veo guitarristas digitar, bateristas baquetear y saxofonistas soplar. Y claro, empatizo en tanto músico, conozco el esfuerzo que pide aquella proficiencia técnica. Dialogo con los elementos armónicos que reconozco y me alegran las nuevas generaciones. Pero con todo, extraño casi trágicamente el elemento dionisiaco, el erotismo.
Y sobre todo, echo en falta el rasgo central del fenómeno musical, la comunicación, ese mecanismo con el que hacemos de las cosas algo común, colectivo.
Pareciera que a quiénes hacemos estas músicas “elevadas”, nos bastase con sólo tocar. ¿Acaso son irrelevantes la puesta en escena, el lenguaje corporal, las sonrisas, las alocuciones, saludar y despedirnos, y especialmente, emocionarnos?
Creo, con equivalente honestidad y cariño, que lo estamos haciendo mal.
En el fenómeno llamado concierto ¿quién está ahí para quién? ¿es el público, anhelante de belleza, quién asiste para entregarse a los sonidos de los artistas? ¿O son estos últimos quiénes deben la posibilidad de hacer lo suyo a la existencia de un público? Seguramente la respuesta está en la medianía, pero, si queremos ahondar en la razón de nuestro trabajo, debemos inclinar la balanza.
Cada persona del público que tomó su celular en medio de una canción es una persona que no se sintió invitada a nuestro juego, que no traspasó la barrera de la abstracción, alguien a quien no pudimos emocionar. Y justamente para eso [email protected] mú[email protected] de jazz estamos ahí, para abrir pechos, descubrir tierras incógnitas en los oyentes, defender valores que caen en desuso en las músicas imperantes, y brindar las maravillas del lenguaje improvisado a quiénes recién se acercan.
¿Y si nos jugamos por estas tareas? ¿si redoblamos los esfuerzos para entregar un momento significativo y no sólo el despliegue de una habilidad? Ser buen ejecutante es una linda meta para perseguir, pero más lo es convertirse en el mago que transforma la rutina en aventura, el carrete del viernes en vivencia de arte.
No olvidemos que el jazz no era sólo erudición, técnica o estilización. Es una música festiva, que celebra los poderes creativos del ser humano y combina mágicamente eternidad e impermanencia. Hace del ahora un asunto importante y sublima anhelos de libertad y justicia.
Por todo esto me hago un llamado, que extiendo a mis [email protected] [email protected] y colegas: hagamos de cada concierto una experiencia, compartamos con el público el éxtasis que vivimos cuando tocamos. Regalemos belleza y goce a quiénes eligieron dedicar su tiempo a escucharnos. ¡Seamos humildes! Nunca más caras largas, nunca más desdén en nuestra actitud.
Porque no da lo mismo vivir y, menos aún, crear para vivir. Contagiemos al mundo la pasión que hemos descubierto y desarrollado. Así llenaremos las salas, gastaremos los discos que hicimos con tanto trabajo, cargaremos nuestro oficio de sentido y reemplazaremos esperanzas con realidad.
Atte
Raimundo Santander
Julio 2022
Te invito a que te pares frente a un espejo y repitas tu nombre. Di una palabra que siempre tienes presente u otra en la que no te detienes a pensar.
El eterno enero se fue y febrero nos reúne con más ganas de escuchar el jazz que tanto queremos. La música suena en diversos puntos del país, llegando a nuevos oídos e invitándonos a un grato encuentro. Estos son los eventos que se tejen en los primeros días de el segundo mes del año.
El otoño llegó y el sábado los relojes se retrasan 60 minutos, más tiempo para escuchar música. Big bands, festivales, ciclos e instrumentos inusuales en la cartelera de esta semana.
La convocatoria vuelve en su cuarta versión y contará con la presencia de reconocidos artistas nacionales e internacionales. Durante cuatro días, serán los maestros a cargo de clases magistrales, talleres de ensamble, conciertos íntimos y mucho más.
El 4° Festival de Vanguardia y Jazz Contemporáneo, que será realizado hoy, nos da el pie para que en esta semana destaquemos las presentaciones de artistas que exploran las sonoridades del jazz. Pasando por las influencias de la música latinoamericana, lo contemporáneo, el funk, la cueca y la tradición folclórica.
Lanzamientos en Valparaíso, Jam en Conce y un importante festival de mujeres jazzeras en Castro, Chiloé. La cartelera de esta semana se traslada exclusivamente fuera de la capital metropolitana.
El fin del verano penquista coincide con la vuelta de un clásico: El Festival Picnic Jazz celebrará su octava versión, llenando de improvisación y estilo lugares emblemáticos de la ciudad. Hay actividades gratuitas y abiertas a todo público.
Una selección dirigida por Carolina Reyes Torres para Furia Jazz con una muestra del amplio trabajo musical femenino en el país.
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¿Jazz para rockeros, o rock para jazzistas? Revisitamos lo último del porteño Lopúrpura. Un álbum ecléctico que atraviesa experimentación electrónica, cosmovisión mapuche y mucho espíritu jazz.
La segunda mitad de marzo no tiene por qué ser una pesadez. A continuación te invitamos a repasar nuestra cartelera jazzística desde el 17 al 19 de marzo, donde encontrarás desde sesiones de jam, jóvenes artistas y festivales.
A través de cantos en distintos idiomas, piano, viola, bajo y percusiones, el ensamble aprovecha el lenguaje en común del jazz y los ritmos afrolatinos para explorar la identidad cultural y de género en sus creaciones.
Entre un otoño que empieza con olas de calor y gastos varios, Marzo discurre lentamente y pareciera nunca acabar. Pero no desesperes, el equipo de Furia Jazz te trae diversos panoramas para hacer de este mes difícil, algo más placentero.
El otoño llegó y el sábado los relojes se retrasan 60 minutos, más tiempo para escuchar música. Big bands, festivales, ciclos e instrumentos inusuales en la cartelera de esta semana.